Buenos días a todos, voy a proceder a contaros mi primera experiencia a la escuela infantil. El primer día me tocó con los más mayorcitos de la etapa infantil, los niños de cinco años. Nada más entrar en el colegio me dirigieron a su clase, donde entré y estaban todos sentaditos en sus sillas escuchando atentamente la explicación de la profesora. Ésta paró la explicación para presentarme como la nueva profe de ese día, y yo me quedé detrás para seguir atentamente la explicación de la profesora. A continuación de la explicación, debían realizar la tarea del cuadernillo y dibujar un zapato y ponerle el nombre por el día de la carrera.
Cuando se pusieron a trabajar yo me puse a corregirles las tareas, venían a mi diciédome "seño, ¿está bien? enseñándome con sus manitas el cuadernillo, y yo en ese momento me sentí con una responsabilidad, aunque pareciera algo insignificante, para mi lo era.
Cada niño tenía su destreza a la hora de realizar las tareas, por lo que unos terminaban antes que otros. Los que iban terminando, tenían tiempo libre para jugar, de esta manera los que todavía estaba con las tareas se distraían con los juegos de éstos.
Al finalizar casi todos sus actividades, procedían a desayunar en la clase, iban a coger su desayuno y volver a su sitio: unos lo traían preparado, a otro no le gustaba la fruta y le tocaba ese día, e incluso a otros no le gustaba la piel de la fruta y tenían la pieza entera, pidiéndole a la profesora que se la pelara.
Cuando todos terminaron, se colocaron en fila para salir al recreo, en el que estuvieron una hora junto con los niños de 3 y 4 años. Cada niño con sus respectivo juegos, sus compañeros de aventuras, e incluso algunos, solos y tímidos, no jugaban sino se sentaban a mirar a los demás. Los niños estaban abrigados debido a ésta época de frío, y al estar a pleno sol en el patio de tanto moverse y jugar, se quitaban el chaleco o la sudadera y venían sudando, algunos a dárnosla para que se se la aguantáramos o se la pusiéramos en la cintura.
Al terminar el recreo, se pusieron todos en fila por clases, y cada uno fue entrando de manera ordenada. Al entrar en mi clase, todos bebieron agua y se sentaron en su sitio, agitados de tanto movimiento en el patio. Ahora para relajarse y prestar atención les tocaba unidad didáctica. Mediante pictograma la profesora les explicó un tema del libro, de frutos secos de otoño y frutas, en el que iba preguntando y los niños iban interactuando, y aparte los conceptos lleno, medio lleno, vacío y casi vacío. Les mandó la tarea que tenían que realizar en esa lámina, y llegó la hora de irme, queriendo quedarme más tiempo, ya que me supo a poco esa experiencia.
En definitiva, la edad que me tocó aunque eran los más mayores, tenían más capacidad para interactuar, y cada uno tiene definida su propia personalidad. Hay que estar más pendientes de ellos e inculcarles más disciplina, sin olvidar las normas básicas de convivencia que tienen en la clase.
Ese día disfruté de esa experiencia, estoy deseando volver y poder aprovechar una nueva oportunidad con niños más pequeños.