Comienzo esta semana contando mi última experiencia en la guarde. Esta vez fue arriba en la escuela infantil Valle-Verde. Estaba emocionada porque la otra vez me tocó con los más grandecitos y esta vez con los más pequeños, de 2 a 3 años.
Cuando llegamos a la escuela esperé con impaciencia que me asignaran mi clase, y me dirigieron a una salita donde estaban los peques sentados viendo capítulos de Peppa Pig y de sus dibujos favoritos.
Al terminar la sesión de vídeos, nos fuimos a la clase donde ayudé a la profesora a dar el desayuno a los peques, y seguidamente les ayudé a hacer una ficha donde tenían que poner pegatinas. La noche antes había llovido, por lo que el patio estaba todo mojado y ese día no pudieron tener su recreo los niños. Para matar el tiempo la profe les ponía música para que bailaran, cantaran canciones, les sacó disfraces para que se disfrazaran y juguetes para que jugaran. A parte de limpiar mocos y restos de comida del desayuno (caía más comida en el babi que en la boca jejeje) a las 12 tocó cambio de pañal a todos los niños, menos 2 o 3 que ya lo tenían quitado. Me encantó esa experiencia de cercanía con los niños, que se acercaban a mi con cara de extrañados, pero al final cogían confianza.
Cabe destacar el buen trato de la educadora conmigo, explicándome todo e integrándome en la clase, es de agradecer que te hace sentir bien.
Para terminar mi mañana allí, me puse a leerles cuentos sentada en el suelo, cuando me dí cuenta tenía a muchos niños alrededor que no querían que dejara de leerles, y en ese momento no me quería ir, hasta que llegó la despedida.
Me fui con un buenísimo sabor de boca, muchísimo más que la vez anterior, ya que los niños te acogían estupendamente y te metían en su rutina mañanera, como si te conocieran de toda la vida, y eso es lo más maravilloso del mundo. Deseo volver ya y con niños de esta edad, porque salgo encantada, con más ganas de seguir mi objetivo.
Os adjunto la foto de la mascota de la clase.